Cielo

Hace mucho tenía un librito negro que en la tapa decía “cielo”.

Casi nunca lo abría, solo a veces, en días en que sentía que el cielo me quedaba lejos.

Era un librito en blanco y negro que te dibujaba el cielo, sí, pero antes te pasaba por la pena del purgatorio y por el más ardiente de los infiernos.

Ese librito lo dejé en la playa hace unos 6 años atrás, enterrado frente al mar, ese librito mío no sé por qué se lo confié a la arena si es tan poco firme, porque lo dejé al lado del mar tan inmenso. No sé. Quizá es porque confié en todo lo inmenso y volátil, y enterré al cielo con mis propias manos, esperando que alguna vez la arena y el mar me lo traigan de vuelta.

las olas van y vienen, la arena de los relojes galopa y ese librito solo es un recuerdo.

(desde entonces vivo sin cielo)

Pero dentro de poco, ese cielo, me lo devolverá el viento.

Hoy almorcé en casa y frente a los platos me estaba despintando.

Se me caían los colores en la sopa, se me teñía la ensalada y la pasta.

Escuchaba noticias que me dejaban como un diario en blanco y negro.

Vi que en la servilleta se había quedado una mancha de colores. Los labios se me habían quedado pálidos y en silencio.

Afuera hacía mucho frío y garuaba, salí a comprar más medicinas y me volví un borrón de colores opacos que dejaban una estela multicolor, un arcoiris gastado y raído se acostaba detrás de mis pasos en el pavimiento.

Sin cielo y sin sinfonía.

Descolorido.

Pensé en hacer un dibujo y empuño los lápices de colores.

El día me había dado la espalda y yo he insistido con mi dedo índice.

Sin color, sin palabras, sin cielo y sin sinfonía.

Así me había quedado.

Hasta que con un mensaje tuyo, mi día volvió a ser hermoso.

 

 

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